es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su secuestrador o retenedor.
Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia como un acto de humanidad por parte del agresor.
Las víctimas que experimentan el síndrome muestran regularmente dos tipos de reacción ante la situación: por una parte, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores; mientras que, por otra parte, muestran miedo e ira contra las autoridades policiales o quienes se encuentren en contra de sus captores. A la vez, los propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes. El nombre se debe a que esto sucedió en la ciudad de Estocolmo, Suecia.
-Tanto el rehén o la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
Los rehenes tratan de protegerse en un contexto de situaciones que les resultan incontrolables, por lo que tratan de cumplir los deseos de sus captores.
Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.
Con base en la historia de desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los delincuentes como una reacción desarrollada durante la infancia. Un infante que percibe el enojo de su progenitor, sufre por ello y trata de «comportarse bien», para evitar la situación. Este reflejo se puede volver a activar en una situación extrema
La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro es difícil de asimilar. Se hace más soportable para la víctima convenciéndose a sí misma de que tiene algún sentido, y puede llevarla a identificarse con los motivos del autor del delito.
Este comportamiento surge debido a la presión psicológica que tiene el rehén al saberse aislado, abandonado, amenazado y quizás olvidado por la policía.
Los episodios de lo que se conoce como síndrome de Estocolmo probablemente han ocurrido durante muchas décadas, incluso siglos. Pero no fue hasta 1973 que se dio nombre a esta respuesta al cautiverio o el abuso.
En esta fecha dos hombres retuvieron a cuatro personas como rehenes durante seis días después de un robo a un banco en Estocolmo, Suecia. Después de que los rehenes fueron liberados, se negaron a testificar contra sus captores e incluso comenzaron a recaudar dinero para su defensa.
Después de eso, psicólogos y expertos en salud mental asignaron el término “síndrome de Estocolmo” a la condición que ocurre cuando los rehenes desarrollan una conexión emocional o psicológica con las personas que los mantuvieron en cautiverio.
Después de eso, psicólogos y expertos en salud mental asignaron el término “síndrome de Estocolmo” a la condición que ocurre cuando los rehenes desarrollan una conexión emocional o psicológica con las personas que los mantuvieron en cautiverio.
Sin embargo, el síndrome de Estocolmo, a pesar de ser bien conocido, no es reconocido por la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM). Expertos en salud mental y otros especialistas utilizan este manual para diagnosticar trastornos de salud mental.
Si crees que tú o alguien que conoces ha desarrollado el síndrome de Estocolmo, puedes encontrar ayuda. A corto plazo, la consejería o el tratamiento psicológico para el trastorno de estrés postraumático puede ayudar a aliviar los problemas inmediatos asociados con la recuperación, como la ansiedad y la depresión.
La psicoterapia a largo plazo puede ayudarte a ti o a un ser querido con la recuperación.
Los psicólogos y psicoterapeutas pueden enseñarte mecanismos de afrontamiento saludables y herramientas de respuesta para ayudarte a entender lo que sucedió, por qué sucedió y cómo puedes superarlo. Reasignar emociones positivas puede ayudarte a entender que lo que pasó no fue tu culpa.
El síndrome de Estocolmo es una estrategia de afrontamiento. Pueden desarrollarlo personas que son abusadas o secuestradas.
El miedo o el terror pueden ser más comunes en estas situaciones, pero algunas personas comienzan a desarrollar sentimientos positivos hacia su captor o abusador. Es posible que no quieran cooperar con la policía o ponerse en contacto con ella. Incluso pueden dudar en traicionar a su abusador o secuestrador.
El síndrome de Estocolmo no es un diagnóstico oficial de salud mental. En cambio, se cree que es un mecanismo de afrontamiento. Las personas que son objeto de abusos o trata, o que son víctimas de incesto o terror pueden desarrollarlo. El tratamiento adecuado puede ayudar mucho en la recuperación.